LAS PENSIONES MILITARES: PESADILLA DE NUNCA ACABAR
La reciente reforma del régimen previsional militar (DL 1133) representa un
retroceso en el camino de contar con provisión más eficiente de defensa nacional.
El nuevo régimen reduce los incentivos a continuar o embarcarse en la carrera
militar al tiempo que introduce incertidumbre e interferencia política en el monto
de las pensiones de retiro.
Así, por ejemplo, el monto inicial de la pensión de retiro pasa del 100 % al
55 % de las remuneraciones equivalentes del personal en actividad.
Asimismo, se establece un tope de 2 unidades impositivas tributarias (UIT)
a las pensiones que recibirán los nuevos aportantes al tiempo que se congelan
las pensiones de los antiguos aportantes. Además, la reforma reduce el monto
neto de las remuneraciones, pues el incremento en la tasa de aporte, que pasa
del 12 % al 19 %,corre enteramente a cargo del personal militar.
Hay otras disposiciones en la nueva normativa, como la reducción de la pensión
de viudez, que apuntan en la misma dirección de menores beneficios para los
militares.
Más importante aún es que el reajuste de las pensiones en el nuevo régimen
dependerá del Ministerio de Economía y Finanzas y estará sujeto, entonces,
a los vaivenes y negociaciones políticas del momento así como a las fluctua-
ciones en la caja fiscal. Llama la atención el papel decorativo para todo fin
práctico del Ministerio de Defensa en la administración del nuevo régimen
previsional.
Es fundamental entender la importancia de la pensión de retiro para quien
decide iniciar o continuar la carrera militar. A diferencia de los civiles, los
militares tienen carreras de duración incierta no solamente por los mayores
riesgos de muerte o invalidez sino por la natural rducción en el número de
personas en los grados superiores. Asimismo, las habilidades adquiridas
durante la carrera militar no son, en general, de utilidad en el sector privado
(pensemos por ejemplo, en un marinero de superficie, un artillero o un
submarinista). Por ello, introducir incertidumbre en el reajuste de las pensiones
de retiro es altamente pernicioso.
Las remuneraciones militares muestran una clara tendencia decreciente
en términos reales en los últimos veinte años, tendencia que el módico
aumento del mes pasado está lejos de revertir. Si a ello le sumamos
una reducción en el valor esperado de las pensiones así como mayor
incertidumbre en las mismas no será de extrañar que haya cada vez mayor
desincentivo a dedicarse a las profesiones militares. Ya debería ser motivo
de preocupación la caída marcada en el número de postulantes a las
escuelas de formación así como la selectividad de los ingresantes.
En el caso de la Escuela Naval, por ejemplo, el número de postulantes
se ha reducido de 660 en promedio entre 1980 y 1989 a 395 entre el
2005 y 2012, al tiempo que la razón de ingresantes a postulantes se ha
incrementado del 20 % al 40 %.
Si queremos Fuerzas Armadas eficientes y modernas, es fundamental que el
esfuerzo individual de cada profesional militar sea premiado con mayores
remuneraciones y pensiones en términos reales, que las pensiones estén
exclusiva e íntegramente financiadas por los aportes sin injerencia o
interferencia política de ninguna clase. Las recientes reformas al régimen
previsional militar están en las ANTÍPODAS DE ESTE OBJETIVO.
Juan Mendoza, Director de la Maestría en Economía de la Universidad
del Pacífico,