ASOCIACIÓN CRISTIANA DE PROFESIONALES DE SALUD DEL PERÚ
DEVOCIONAL
NOVIEMBRE 2010
¡No podía creer la condición en que me encontraba!
Soy Obstetriz, recién egresada de la Universidad Alas Peruanas. Nací en un hogar cristiano y conocí a mi padre Dios desde muy pequeña pero decidí aceptar a Dios en mi corazón y seguir una verdadera vida cristiana cuando tenía 16 años. Desde entonces y hasta la actualidad sigo en los caminos de Dios.
El 8 de abril de este año me encontraba en el hospital de Puente Piedra haciendo mi guardia diurna como interna de obstetricia en el área de Alto Riesgo Obstétrico (ARO). Tenía una cefalea muy fuerte desde hacía dos días que no cedía con los analgésicos que tomaba. Empezó luego de un fuerte impacto que tuve. La cefalea se hizo más intensa por lo que fui al tópico de Medicina General para que me den una medicación. Sin embargo la cefalea persistía, me dolía mucho y estando en el área de ARO me desmaye. Mis amigas, los médicos y obstetrices fueron a auxiliarme. Escuché que todos hablaban a la vez, era muy confuso, mi mente seguía escuchando. De pronto sentí que mi cuerpo se movía con intensidad y perdí el conocimiento. Llamaron rápidamente a mi mami para informarle lo que me había pasado. Mama me conto que fue enseguida y me encontró convulsionando, los médicos le dijeron que no estaba respirando y que me iban entubar. Mamá se puso a llorar. En seguida llamo a nuestra pastora, quién acudió rápidamente y oro por mí. Sin embargo las malas noticias seguían, los médicos pensaron que yo tenía un cuadro de encefalitis y querían confirmar esta presunción con una punción lumbar. Le informaron a mi mamá y ella se puso a orar de rodillas en Emergencia. Horas después le dieron el resultado de la punción lumbar, era negativo, y mama se alegro mucho. Aún así los médicos no encontraban un diagnostico definitivo para mi problema. Días después de estar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) querían referirme a un hospital de mayor complejidad, el hospital Cayetano Heredia, pero la fe que mi mami tuvo en esos momentos fue tan grande que tomo la decisión de no transferirme, que Dios me iba a sanar y a levantar. Cuatro días después desperté. Me encontraba en UCI.
Me sentía confusa y me pregunté ¿Qué hago aquí? Al intentar incorporarme me di cuenta que no podía moverme y me asusté. Le pregunte a la técnica de enfermería ¿Qué hora es?, ¿Qué día? y le dije "Quiero ver a mi mama". Mi mamá ingreso y recuerdo ver su rostro con lágrimas en los ojos que me dijo "Todo saldrá bien". Ese mismo día en la noche me trasladaron al piso de hospitalización, y me contaron lo que había acontecido conmigo. No podía creer la condición en que me encontraba. Poco a poco empecé a mejorar y los médicos fueron testigos de ello.
Seis días después me dieron de alta con el diagnostico de Epilepsia. Me fui a mi casa aún convaleciente, todavía persistían las cefaleas y los vómitos. Sentí esos días que a pesar de la mejoría mi vida se había acabado, mis sueños, mis metas, que los doctores no podrían hacer nada por mí, que las cefaleas iban a persistir siempre; no podía ni pararme porque enseguida vomitaba. Fueron días terribles para mí. Con lágrimas en los ojos le pedí a Dios mañana, tarde y noche, de madrugada también, que me ayudara, que no quería estar en esas condiciones, ¿por qué me había acontecido esto?, ¿cuál era su propósito en mi vida? Ya no tenía fuerzas para soportar lo que me estaba pasando.
Dos días después, mamá me llevo al Hospital de Ciencias Neurológicas. Desde que entre tuve mucha fe que Dios iba permitir que saliera sana de ese lugar. Me trasladaron a Emergencia y en el momento que me ponían la vía endovenosa le pedí a Dios con lagrimas en los ojos y con todo mi corazón que me permitiera estar bien de salud, le dije que confiaba en sus promesas para mi vida, que me perdonara si había hecho algo que a Él no le agradara. Fue entonces que se acerco un médico y al hablarme sentí como si Dios me estuviera hablando. Me dijo: "No te preocupes, ya todo pasara, hoy será tu recuperación". Sonreí, aún con lágrimas en los ojos.
Me realizaron una serie de exámenes y análisis. Horas después comencé a tener mejorías, la cefalea pasó y me dieron de alta ese mismo día. Me fui a casa alegre. Fue el comienzo de mi total recuperación. Ahora me encuentro en muy buen estado de salud, sin ningún tipo de secuelas neurológicas y las cefaleas remitieron completamente.
Dios me enseño que a pesar de las adversidades siempre tenemos que confiar en Él, creerle con todo el corazón y a tener siempre un tiempo para hablar con papá Dios.
Hoy les digo que en las dificultades que nos toque atravesar en la vida, sean estas económicas, familiares, de salud, en el trabajo, en la vida personal, y no vemos mejorías, nunca duden que para Dios todo es posible, solo hay que creer a Sus promesas. La Palabra de Dios dice "No temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerza; siempre te ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10 y también que es muy importante darle un tiempo, no el que te sobra, si no el que Él se merece; recuerden que su Palabra dice "Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt:6:33).
¡A Él sea toda la gloria!
Guísela Natali Vega Chávez
Obstetriz
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