21/01/12
En Entre Ríos hay una niña de once años embarazada de tres meses. Fue abusada por un adolescente de diecisiete con el que tenía una relación cercana. Es evidente que la niña embarazada pasa por una situación de muchísimo dolor y que su familia vive un drama indescriptible.
Mientras tanto, políticos y activistas que participamos en uno u otro sentido del debate sobre el aborto en la Argentina mantenemos una discusión encarnizada sobre qué debería hacer la niña.
Siento que en esta circunstancia se está cometiendo un doble abuso para la niña: el causante del embarazo y el de la maquinaria de militantes de causas opuestas que la toman de rehén y territorio para librar su guerra argumental .
El aborto afecta a personas con sufrimiento real que necesitan una clase política y un Estado capaz de fijar prioridades. Primero las personas y al servicio de éstas, las políticas públicas, y recién al final las posiciones ideológicas y creencias de cada organización o dirigente.
Pero, en el medio de estas voces encarnizadas, se escucha con claridad la opinión del juez de la Corte Raúl Eugenio Zaffaroni, que planteó una idea que comparto: el aborto es un flagelo que causa muchas muertes, hay pues que sentarse a trabajar en serio para que no haya más abortos, y para que no mueran más niños por nacer y sus madres.
Zaffaroni cree que, en la realidad argentina actual, la penalización del aborto es una herramienta que no sirve. Yo aún creo que el aborto debe continuar penado . Como sociedad no podemos permitirnos que el acto de matar a un niño en el vientre sea legal. Es simplemente inhumano, tanto como lo fueron la esclavitud o los genocidios.
El aborto es un tema demasiado grave para que no se debata seriamente. Debemos definir qué tipo de sociedad queremos; no se trata de progresismos o no porque de hecho muchos de los países llamados progresistas de America latina se han manifestado en contra del aborto . Por lo cual es falaz imaginar una relación directa entre posición ideológica y aborto.
No hay acuerdo sobre cuántas madres y cuántos niños mueren en Argentina por abortos. Las estadísticas, la información sobre qué sectores de mujeres están abortando o en qué condiciones y las recetas sobre las posibles soluciones son hoy elementos de un discurso de barricada que cada uno de los sectores en pugna agita para ganar legitimidad.
No hay soluciones inmediatas, pero es posible plantearse un objetivo y un plan de trabajo.
Lo que importa de verdad es que no se produzcan más abortos en la Argentina.
Que no mueran más niños por nacer, que no haya madres que por haber abortado lleven la larga y dolorosa carga de haberlo hecho, que no mueran más madres en abortos sórdidos.
Todas las madres que abortaron y vivieron para contarlo, todas las mujeres que murieron en el intento, todos los niños muertos de manera cruel, todo ese dolor merece nuestro compromiso verdadero y no la batalla entre personas que agitan una bandera o un eslogan que no acepta modificaciones.
La vida es demasiado importante, la muerte muy triste. No nos obliguen a elegir entre la vida de uno o la del otro. Trabajemos en serio para que haya más vida y menos muerte.