lunes, 18 de mayo de 2009

La madre de todas las reformas

De Peru 21

Autor: Fritz Du Bois
Ningún país es viable en el largo plazo si no cuenta con una buena educación. Lamentablemente en el Perú, en los últimos 35 años, la calidad de la educación pública ha sido realmente deplorable. Incluso hace cinco años tocamos fondo cuando salimos penúltimos en toda América Latina –después de Haití– con el 94% de estudiantes de 15 años que no lograban entender adecuadamente lo que leían. Nuestros niños pasan 12 años por el colegio y salen prácticamente analfabetos. Sin embargo, la respuesta del anterior gobierno ante ese resultado no fue propulsar una reforma, sino retirarnos de las pruebas de la Unesco para no avergonzarnos.

Por otro lado, durante las últimas tres décadas, desde que Velasco implementó su desastrosa reforma educativa –que al final solo sirvió para darle vida al Sutep–, no han existido mayores intentos por revertir la situación. Incluso en los noventas se hizo mucho alarde de la construcción de escuelas, pero no hubo ningún interés en mejorar la calidad del profesorado, pese a que la base de la educación es el maestro y los calamitosos resultados ya fueron comentados.

En realidad, la total inmovilidad laboral del magisterio, promovida por un sindicato ideologizado que hacía cuestión de Estado para que se les pagara a todos por igual y sin diferenciar al dedicado del haragán, llevó a los maestros a niveles paupérrimos. A los motivados solo les quedaba fe y alegría o irse al sector privado.

Por ello, nos parece fundamental la reforma del magisterio que trata de implementar el gobierno. Los primeros resultados ya se dieron con la capacitación que ha permitido que el porcentaje de aprobados en la evaluación pase del 10 al 50% de maestros. Ahora el siguiente paso es con la Ley de Carrera Magisterial, introduciendo recompensa y horizonte profesional al más dedicado.

Sin embargo, no deja de sorprender el temor a dar el salto, por parte del profesorado, pese a que este nuevo marco permite que puedan ganar el doble o el triple de su actual salario. Parece que los años de aplastar individualidades y penalizar iniciativas, por parte del Sutep, no han pasado en vano. Dado que esta reforma es la más importante –dentro de las pocas– que ha iniciado este gobierno, deberían destinarle todos los recursos de publicidad estatal con que cuentan para explicar a los maestros las bondades del esquema y así asegurar su éxito.



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