sábado, 22 de enero de 2011

[Reespublica] DEVOCIONAL MENSUAL ACSA."Comprar pastel es nuestro trabajo"

 





 

 

ASOCIACIÓN  CRISTIANA  DE  PROFESIONALES  DE  SALUD  DEL  PERÚ

 

 

DEVOCIONAL

 

ENERO 2011

 

 

"Comprar pastel es nuestro trabajo"

 

 

Al empezar este nuevo año deseamos con la dirección de Dios seguir contribuyendo desde esta tribuna con la reflexión y el desarrollo de un pensamiento cristiano cierto sobre el ser humano y la salud en su sentido más amplio. Esta es una tarea de todos y cada uno de los que deseamos servir con fidelidad a Dios con nuestra profesión. Aunque quizás sea una tarea a largo plazo anhelamos que esta reflexión y estudio nos conduzca a una nueva perspectiva de la medicina, una fundamentada en los sólidos principios de la Palabra de Dios, una medicina más compasiva, más integral, más sensible a todas las necesidades del ser humano, firme en el respeto y defensa de la vida en tanto un don divino y de la dignidad de todo  ser humano  sin distinción por el hecho de haber sido creado a la imagen y semejanza de Dios; finalmente, una medicina ejercida con vocación, como un llamado de lo alto,  por quienes tienen tan noble profesión.

 

En la revista British Medical Journal salió publicado el año 2007 este breve artículo [1] que de manera ilustrativa nos  recuerda la importancia del aspecto humano de la atención médica. La autora es médica asistente en  Medicina Paliativa.

 

Ayer lloré en el trabajo, por primera vez en muchos años. Aunque no sé realmente por qué ocurrió fue probablemente la acumulación de una serie de pequeñas cosas. Había pasado todo el día corriendo tratando de chequear a los pacientes, colocar cánulas, reemplazar catéteres suprapúbicos obstruidos, perseguir los resultados de exámenes de laboratorio, coordinar con los oncólogos, suavizar malas noticias y conversar con la familia de los pacientes. Con el tiempo que tengo ejerciendo debería saber que la medicina es estresante y que es necesario hacer múltiples tareas a la vez.

 

Esa mañana en la visita de salas vimos a un paciente con cáncer que se había internado para el control de sus síntomas pero que ya parecía ser un internamiento terminal. Le dijimos que estábamos preocupados porque se estaba debilitando. Él nos contestó que aún seguía creyendo que Dios tenía un milagro preparado para él. Cuando nos alejábamos de su cama nos dijo: "Más tarde viene a visitarme mi hija.... ¡hoy es su cumpleaños!" Tenía una enorme sonrisa en la cara.

 

Pedí ayuda para comprar un pastel de cumpleaños sorpresa. La secretaria de sala llamó al departamento de cocina y a los voluntarios pero pese a sus esfuerzos no logró su cometido - todos estaban ocupados. Fui a ver a otro paciente. Esa tarde la sala estaba más ocupada que nunca; el personal corría de un lado para otro procurando terminar diversas tareas. Decidí procurar comprar un pastel yo misma pero luego tuve que atender a otro paciente. Volví a preguntar si otra persona podría ir. Dije: "Este hombre está muriendo. No verá otro cumpleaños de su hija. No dejemos pasar la oportunidad de hacer algo especial. ¿Quizá podría ir alguien de aquí de la sala?". De inmediato vino una respuesta que sin quererlo sonó dura: "A nosotros no nos compete comprar pastel."

 

Cierto, en realidad a nadie le "compete" comprar pastel. Pero pensé: "Te equivocas. Sí nos compete. ¿No es acaso parte de nuestra tarea el procurar que las personas estén felices?"

 

Y aquí viene la mejor parte. Es por esto que me encanta los cuidados paliativos, porque saca lo mejor de las personas. Llamé a mi jefa. Mi intención era decirle que tenía una sobrecarga de trabajo y que por lo tanto no podría llegar a la reunión de la tarde. Pero terminé llorando. Ella dijo: "Espérate que voy para allá." Pasaron apenas diez minutos y ella apareció sonriente en la sala junto con el capellán y el director de la misión. Traían un osito de peluche en una bonita bolsa de regalo... luego apareció un pastel con todo y velas (que compró una enfermera al terminar su turno)... Cantamos el Happy Birthday junto a la cama del papá... Se vieron sonrisas y risas, un pedacito de esperanza, de normalidad.

 

Nuevamente pensé: "Sí, comprar pastel es nuestro trabajo" Que no llegue el día que lo olvidemos porque al hacerlo perderíamos algo de lo que nos hace humanos.

 

Esta historia nos recuerda que el día que dejemos de ver en el paciente a una persona en todos sus aspectos la medicina habrá perdido su apreciación más importante. Si es necesario "comprar un pastel" no temas hacerlo, ni pienses en que dirán los demás,  estarás brindando un poco del amor y la esperanza que Dios ha puesto en ti, y no hay nada más terapéutico que ello.

 

Aníbal Del Águila Escobedo

Médico Pediatra  

 

 

 

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[1] Buying cake is our job. Augustin, Yolanda S. British Medical Journal 2007, 23 August, volume 335:379.

 





 

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